¿Por qué en España pagamos pocos impuestos?
En los últimos meses, algunos economistas liberales han calificado a España como un “infierno fiscal”. Indudablemente, es una percepción subjetiva e interesada, pues los datos lo desmienten claramente. En 2017, la presión tributaria en nuestro país se situó en el 34,5% del PIB y quedó muy por debajo del promedio del 41,5% de la zona euro. En Europa Occidental, solo Irlanda (23,5%) presentaba una menor recaudación impositiva relativa.
En términos comparativos, la exigua presión fiscal no está relacionada con unos bajos tipos nominales, pues estos se encuentran próximos a la media de la zona euro. La elevada diferencia tiene dos principales causas: una mayor disparidad entre los tipos nominales y efectivos y una superior importancia en nuestro país de la economía sumergida.
En España, existen cuatro principales tributos: cotizaciones sociales, renta, IVA y sociedades. Según Eurostat, en tres de ellos el tipo nominal en 2017 superó por poco al promedio observado en la zona euro. Es el caso del aplicado a las familias con ingresos más elevados (45% por 42,6%), al gasto en bienes y servicios (21% por 20,8%) y a los beneficios empresariales (25% por 24,1%). La única excepción la constituye el que es la principal fuente de financiación de la Seguridad Social (32% por 32,8%)
En los tributos directos, la diferencia entre el tipo nominal y el efectivo está sustentada principalmente en la existencia de un mayor número de reducciones, deducciones y bonificaciones. En el IVA, la explicación se encuentra en una más elevada cuantía de productos gravados con tipos reducido (10%) y superreducido (4%).
Según Schneider, en 2017 el impacto en España de la economía sumergida alcanzó los 200.607 millones de euros. Fue equivalente al 17,2% del PIB y únicamente superó en una décima el promedio observado en la Unión Europea. No obstante, dentro de la zona euro, constituyó el noveno país donde dicho motivo generó un mayor frauderelativo a las arcas públicas. Entre las naciones de Europa Occidental, solo Italia la superó.
La posibilidad de eliminar la economía sumergida no es realista. No hay ningún país que no la posea. En la eurozona, los tres donde tiene menos importancia son Austria, Luxemburgo y Holanda con 7,1%, 8,2% y 8,4% del PIB, respectivamente. Si España tuviera el mismo nivel que Francia (12,8%), la recaudación en 2017 habría aumentado en 17.705 millones de euros. Una cifra casi equivalente al déficit de la Seguridad Social (18.756 millones €)
En 2018, el IRPF recaudó 80.180 millones de euros, la mayor cifra de la historia y el 18,1% superior a la observada en 2007. El tipo impositivo efectivo se situó en el 12,6%. Para elevar la recaudación, planteo dos medidas que afectarán a una parte de los autónomos y de los inversores.
En relación a los primeros, propongo la eliminación del sistema de módulos. Este es un método que infravalora los ingresos sujetos al IRPF, pues los acogidos a él, en lugar de tributar por los verdaderos lo hacen por los estimados por Hacienda. En la inmensa mayoría de los casos, de manera intencionada, los segundos son significativamente inferiores a los primeros. Algunos de los colectivos beneficiados son los comerciantes, agricultores, taxistas, pintores y carpinteros.
En el IRPF, las rentas del capital se gravan a un tipo distinto de las del trabajo. El máximo de las primeras se sitúa en el 25% y el de las segundas en el 45%. Mi propuesta es subir 10 puntos las que provengan del pago de intereses, dividendos y ganancias provenientes de la venta de acciones y fondos de inversión.
El pasado año, el impuesto de sociedades alcanzó una recaudación de 24.838 millones de euros, siendo esta el 44,6% menor que la obtenida en 2007 (máximo histórico). Aparentemente, la inferior recaudación respecto a la pasada década se debió a tres principales efectos: la bajada del tipo impositivo general del 30% al 25%, el menor beneficio logrado por las empresas españolas en territorio nacional y la compensación en los últimos ejercicios de las pérdidas incurridas durante la crisis.
No obstante, en los últimos años, las ganancias obtenidas en el exterior por las grandes empresas han aumentado de forma espectacular. Un aspecto que sugiere, al estar exentas parcial o totalmente de tributar en España, la existencia de maquillaje contable. Probablemente, este último contribuyó decisivamente a que en 2016 pagaran solo un tipo efectivo sobre beneficios del 6,1%.
Para lograr un aumento de la recaudación sugiero tres medidas: gravar los beneficios repatriados del extranjero con un 15%(equivalente a la recientemente impuesta por Trump), establecer un tipo mínimo sobre el resultado contable (ganancias) obtenido en la nación del 20% y limitar en mayor medida el importe anual de la compensación de pérdidas.
En relación al IVA, después de Irlanda, España es el país que menos ingresa por este concepto respecto al PIB. En 2016 obtuvo el 6,4% y se quedó cuatro décimas por debajo de la media de la zona euro. Al ser el impuesto menos progresivo y que más afecta a las familias con menos recursos, descartaría realizar una subida de sus tipos o una reducción del número de productos con IVA reducido o superreducido.
En definitiva, es posible recaudar más y de forma más justa. Para ello, solo se necesita voluntad política y capacidad de resistencia a los grupos de presión.
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