¿Es culpa del ‘procés’ que el PIB de Madrid supere al de Cataluña?
El PIB de Cataluña casi siempre fue superior al de Madrid. Los principales motivos eran un sector industrial más potente y un mayor número de habitantes. Históricamente, ambos contrarrestaban la fortaleza de la comunidad madrileña en el sector servicios, especialmente en Administración Pública, derivada en gran medida de su papel como capital del país.
En el año 2000 generaban el 18,9% y 17,7% del PIB español, respectivamente. Entre las dos ocupaban el 7,9% del territorio y tenían el 28,7% de la población. Sin embargo, obtenían el 36,6% de la producción nacional. Unos datos que demostraban claramente que el país tenía dos grandes motores económicos y dos importantes centros de decisión: Madrid y Barcelona. En la capital del país estaba el poder político y en la catalana, el industrial.
No obstante, la primacía de la mayor ciudad de España y su área de influencia ya se observaba en dos datos: la participación en la producción nacional de ambas provincias y el PIB per cápita de cada una de ellas. En el ejercicio del 2000, la demarcación de Madrid superaba en aportación económica a la de Barcelona en 3,3 puntos (17,7% versus 14,3%). Una diferencia solo explicable en 1,4 puntos por el mayor número de habitantes de la primera (13,2% respecto al 11,8% de la nación).
Debido a este último motivo, el PIB per cápita de la primera (21.380 €) superaba al de la segunda (19.354 €). En la clasificación nacional, Madrid se situaba en segundo lugar, después de Álava. En cambio, Barcelona ocupaba el octavo puesto. Entre las que le superaban había dos provincias catalanas: Tarragona (20.212 €) y Girona (19.501 €).
En el período 2001-2007, el crecimiento medio anual del PIB de Madrid superó claramente al de Cataluña. El primero creció un 3,8% y superó holgadamente el promedio español, el segundo se quedó en el 3,5% y lo hizo a un ritmo similar al nacional. Por tanto, la participación de la comunidad madrileña en la producción española dio un importante salto (del 17,7% al 18%), mientras que la de la catalana bajó una décima (del 18,9% al 18,8%).
El principal motivo de la diferencia es el decepcionante comportamiento del sector industrial, especialmente el manufacturero. En el año 2000, representaba el 27,1% del PIB de Cataluña, por solo el 15,6% del de Madrid. En dicha etapa, la producción en la comunidad catalana aumentó un 65,3%, mientras que la realizada por la industria solo lo hizo en un 31,3%.
No obstante, la mejor evolución de la región madrileña también tuvo como sustento la mayor potencia relativa de su sector servicios y, en menor medida, una evolución más favorable de éste. En el ejercicio del 2000, aquél representaba el 74,2% del PIB de Madrid por únicamente el 62% del de Catalunya. Además, entre 2001 y 2007, dicho sector creció en la primera autonomía un 78’8% por un 76,6% en la segunda.
La diferencia de crecimiento se amortiguó gracias a la construcción, pues ésta se comportó mejor en Cataluña que en Madrid. En el período indicado, el PIB de dicho sector aumentó un 83,4% y 62,2%, respectivamente.
En la etapa 2008-2013, por primera vez en la historia, Madrid adelantó a Cataluña en términos de aportación al PIB español. El sorpasso económico tuvo lugar en 2012 y se extendió a 2013. En el siguiente año, el primero del nuevo ciclo expansivo, la comunidad catalana recuperó su tradicional liderazgo.
En la indicada etapa, el PIB en España bajó una media anual del 1,3%. En Cataluña, lo hizo bastante más (1,6%) y en Madrid notablemente menos (0,5%). Por dicho motivo, al final de ella, la comunidad madrileña aportaba más a la producción nacional que la catalana (18,9% versus 18,8%).
Otra vez, la principal explicación tuvo que ver con el comportamiento de la industria. En ambas comunidades tuvo una peor evolución que los servicios. No obstante, sufrió bastante más la catalana que la madrileña. La producción de la primera cayó un 13,5%, mientras que la de la segunda solo lo hizo un 3%.
Paradójicamente, según el INE, los mayores recortes en el gasto público realizados en Cataluña no tuvieron ninguna influencia en su peor evolución económica. En el ciclo indicado, en la región catalana y madrileña, el dispendio efectuado en las partidas de administración pública, educación, actividades sanitarias y servicios sociales creció un 16,5% y 12,3%, respectivamente. Unas cifras muy difíciles de creer, aunque uno sea muy creyente.
El período 2014-2018 debe dividirse en dos partes. En la primera (2014-2016), el incremento del PIB en Cataluña (9,9%) superó claramente al observado en Madrid (9,3%) y España (8,4%). El mejor comportamiento de la comunidad catalana estuvo sustentado en un gran recuperación de la actividad industrial y el boom turístico. Son los años en que la coyuntura económica internacional es muy favorable a los intereses económicos del país.
En la segunda (2017-2018) tuvo una gran influencia el procés independentista y, especialmente el pasado año, la desaceleración de la economía mundial. Esta última es una coyuntura que afecta más negativamente a las regiones que poseen un potente sector industrial (Cataluña) que a las que basan su potencial económico en la fortaleza del sector servicios (Madrid). En dicha etapa, el crecimiento de la primera (4,8%) fue inferior al de España (5,4%), una coyuntura históricamente muy difícil de observar en los períodos de expansión económica. En gran parte, una situación atribuible al procés.
El destacado liderazgo de Madrid en el crecimiento regional durante los dos últimos años ha provocado que en 2018 dicha comunidad vuelva a superar a Cataluña en aportación al PIB español (19,2% versus 19%). A diferencia de 2012 y 2013, el liderazgo de la primera no tiene perspectivas de ser coyuntural, sino estructural.
En definitiva, en la actualidad, el PIB de Madrid es el más elevado de cualquier comunidad autónoma, porque desde la llegada de la democracia, sus poderes fácticos, tanto del sector privado como del público, lo han hecho muy bien. Han escogido una especialización productiva con gran presente y mejor futuro (generación de servicios cualificados), han utilizado la fiscalidad para atraer talento del resto del país (los flujos de inmigración hacia Madrid superan claramente los que tienen como destino Cataluña) y han sabido usar hábilmente su papel de capital del reino para conseguir la instalación de nuevas empresas.
Una evolución que queda demostrada claramente por los datos. A principios de los años 70, su aportación al PIB español se situaba alrededor del 13%, en el año 2000 en el 17,7% y en 2018, en el 19,2%. Sin duda, todo un éxito y un fantástico progreso.
Por el contrario, Cataluña ha perdido el liderazgo porque no ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos. La industria fue la clave del progreso económico durante gran parte del siglo XX. No obstante, desde sus últimas dos décadas, es una actividad claramente en declive. En los primeros años 70, cuando el sector industrial estaba en claro apogeo en el país, Cataluña consiguió su mayor aportación histórica al PIB español (19,7%). En cambio, durante la reconversión industrial de los 80, obtuvo la peor desde la llegada de la democracia (18,2% en 1985).
Durante muchos años, el bastión de la comunidad fue la sociedad civil. En concreto, una burguesía emprendedora que hizo que el poder industrial del país se situara en Barcelona. Dicha burguesía es una sombra de lo que llegó a ser. Una gran parte de ella ha sido incapaz de adaptarse a la manera de hacer negocios en el siglo XXI, ha vendido sus empresas y se ha convertido en rentista.
Por otra parte, en los casi últimos 40 años, las autoridades catalanas han estado más interesadas en generar un espíritu nacional entre sus ciudadanos que en mejorar su nivel de vida. Por dicha razón, casi nunca han tenido la intención de generar un cambio de modelo económico y atraer a la comunidad empresas de sectores distintos del industrial, que tienen un atractivo presente y un magnífico futuro.
A pesar de ello, Cataluña aportó un poco más al PIB español en 2018 (19%) que en 2000 (18,9%). Su evolución no es la propia de un fracaso, pero sí la de una comunidad que ha perdido numerosas oportunidades. Madrid cogió el tren del progreso, Barcelona lo ha dejado pasar. Por tanto, el procés independentista no ha sido el principal culpable del sorpasso, pero sí ha constituido la gota que ha colmado el vaso.
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